martes, 24 de noviembre de 2009

Crimenes por Max Haines


¿Inocente o amante enloquecido?

Nunca apareció el testigo misterioso

Vilas fue localizado y su vehículo examinado. El interior de la maleta estaba manchado de sangre. Juraba que había pasado la noche del 7 de febrero, entre las 9:30 y 10:30 p.m., en la taberna Robin Hood. Pese a sus protestas, fue arrestado y acusado de homicidio.

Vilas era miembro de una coral de Letonia. Durante su participación en la coral, conoció a una compatriota, la enfermera Kitty Kadegs. Ya para 1953, Vilas y Kitty vivían juntos en Tottenham. La pareja convivió en aparente armonía durante dos años, pero en 1955 la relación se deterioró y Kitty se mudó a Gravesend. Se trasladó a otro sitio expresamente para estar lejos de Vilas y de su relación. Vilas no se resignaba a perderla.

En 1956, Kitty conoció a Jan Abolins en un baile. Hicieron amistad, aunque Kitty juraba que no era nada más que eso. No eran íntimos. Fue una simple coincidencia el que Jan y Vilas fueran buenos amigos. Ella narró su historia desde el estrado de los testigos. Era evidente que había intentado zafarse de Vilas y seguir viendo a su amigo Jan.

Según ella, por esa época Vilas la golpeaba y se había vuelto hosco con Jan. En una ocasión, Vilas amenazó con matarla si no regresaba con él. A veces la seguía para verificar si estaba en compañía de Jan. Kitty le dijo al juzgado que llegó un momento en que temió tanto por su seguridad que le prometió a Vilas que se casaría con él el 12 de enero.

Pocos días antes de esa fecha, le comunicó que rompía su promesa y le rogó que la dejara en paz. Vilas entró a la habitación de la joven y le hizo tragar unas píldoras mezcladas con té. Sobrevivió con la ayuda de una casera alerta que la llevó corriendo al hospital.

Ambos hombres visitaron a Kitty mientras se encontraba hospitalizada, saliendo juntos a las cuatro de la tarde del 7 de febrero, el día del fallecimiento de Jan. La fiscalía había logrado establecer los celos como una causal del homicidio.

El forense, F.E. Camps, describió el estado de la víctima. El pecho lucía aplastado y había fractura de cráneo. La lesión en el pecho pudo haberla ocasionado un vehículo, aunque el doctor no podía aseverarlo a ciencia cierta. La fractura de cráneo la había causado un pesado instrumento romo, que había golpeado a Jan en el lado posterior derecho de su cabeza.

Los pantalones ensangrentados que se encontraron en la casa de Vilas sirvieron de evidencia. También se tomaron muestras de sangre de la maleta del auto de Vilas. Ambas muestras eran del tipo 0, el mismo de la víctima.

El regente de la taberna Robin Hood pasó al estrado; aseguró que apenas había unos cuantos asiduos en la noche del 7 de febrero y Vilas Ozolins no estaba entre ellos. La casera de Vilas atestiguó que éste se le había presentado dos días después del hallazgo del cadáver de Jan y le comunicó que se regresaba a Letonia. Hasta le insinuó que le suministrara una coartada.

La fiscalía sugirió que Vilas había montado todo el aparataje para simular un arrollamiento. En la tarde del asesinato, había visitado a Kitty en el Hospital Friern Barnet. Allí se encontró a Jan y los dos salieron juntos. Planteó que Vilas se las había arreglado para que Jan lo acompañara a un garaje que había rentado y fue allí donde lo golpeó hasta matarlo, después de lo cual le pasó el auto por encima. Acto seguido, colocó el cadáver en la maleta de su auto, junto con el impermeable de la víctima. Visitó a su dentista, donde esperó una hora para que le arreglaran un diente en un intento por simular una coartada. Mientras tanto, el cadáver de Jan yacía en la maleta del auto. Esa noche, Vilas condujo hacia Old Bixley Lane y echó el cadáver junto con el impermeable en el camino. Llovía. El cadáver quedó encima del impermeable, razón por la cual el traje estaba mojado y el impermeable seco. Esto fue lo que llevó a la policía a pensar que trataban con un homicidio y no con un accidente de tránsito.


Lógicamente, la defensa tenía una opinión distinta. El abogado defensor señaló que pese al desfile de testigos, la fiscalía no había logrado vincular a Vilas con Jan al momento del crimen. Un detective de Scotland Yard relató la declaración original de Vilas, la cual no había variado desde el día de su arresto.

Vilas le dijo que él y Jan salieron juntos del hospital después de visitar a Kitty, pero que lo dejó en la estación del Metro de Bounds Green. Después fue a consulta con su dentista y prosiguió hacia la taberna Robin Hood para tomarse unos cuantos tragos. Alegó, además, que la sangre en sus pantalones y en la maleta de su auto era suya. Admitió que por temor a que lo arrestaran le pidió a su casera que le proporcionara una coartada.

Una carta escrita a Vilas en letón fue presentada en calidad de prueba. La firmaba un tal John Reinis. La carta fue traducida al inglés para el tribunal.

En ella, Reinis le daba las gracias a Vilas por haber usado su auto unas cuantas horas en la noche del 7 de febrero. Lamentablemente, el misterioso Reinis no pudo ser localizado.

Vilas destacó que si bien es cierto que en algún momento amó a Kitty, desde hacía unos meses había dejado de quererla y se había resignado al hecho de que estuviera enamorada de Jan Abolins.

¿Cuál fue el veredicto del jurado? Los miembros deliberaron menos de dos horas para hallar a Vilas Ozolins culpable de asesinato.

Traducción: conchita delgado. ilustraciones: david marquez. davidmarquez@cantv.net
Tomado de la Revista Estamas del Universal