sábado, 26 de octubre de 2013

Nuestro Insólito Universo

Nuestro insólito universo (n.r. Una curiosa historia)

Esto sucedió hace poco y parecería extraído de una de las películas de suspenso de Alfred Hitchcock.

El lugar, carretera de Constanza, en plena Cordillera Central de la Isla de Santo Domingo.

El suceso, lo siguiente: Un hombre estaba parado a la orilla de la carretera en medio de una oscura y tenebrosa noche, en espera de transporte para llegar al poblado de La Palma, distante a unos 2 Kms., en el momento que caía un fuerte aguacero en la zona.

Pasó un tiempo pero nadie se paraba. La lluvia era tan fuerte que apenas se alcanzaba a ver a unos 3 metros de distancia.

De repente vio como un extraño carro se acercaba lentamente y al final se detuvo. El señor, por lo precaria de su situación sin dudarlo, rápidamente se subió al carro y cerró la puerta.

Volteó y se dio cuenta con asombro y horror de que nadie iba manejando el carro. El vehiculo arrancó suavemente. El tipo miró hacia la carretera y vio con terror que adelante había una curva.

Asustado, comenzó a rezar e implorar por su salvación, al advertir su trágico destino.

El tipo no había terminado de salir de su espanto, cuando justo antes de llegar a la curva, entró una mano tenebrosa por la ventana del chofer y movió el volante lentamente pero con firmeza.

Paralizado del terror y sin aliento, cerró sus ojos, se aferró con todas sus fuerzas al asiento, e inmóvil e impotente vio como sucedía lo mismo en cada curva del tenebroso y horrible camino, mientras la tormenta aumentaba su fuerza. El tipo, sacando fuerzas de donde ya no quedaban, se tiró del carro y se fue corriendo hasta el poblado más cercano, deambulando todo empapado, hasta encontrar un colmadón en el que sonaba una bachata de Frank Reyes.

Entró al colmadón y pidió una botella de Brugal y temblando aún, les empezó a contar a los presentes, cinco hombres y una mujer, la horrible experiencia que acababa de presenciar. Se hizo un silencio ante el asombro de todos. El miedo y la zozobra asomaron por todos los rincones del lugar. El tipo apuraba cada trago de ron, logrando beberse ½ botella en apenas 3 minutos.

Al rato todos miran con estupor que se para el carro sin chofer y luego entran al colmado 2 morenos empapados de la lluvia y uno le dice al otro:
-"Mira Juan, allá esta el maricón que se subió al carro cuando lo veníamos empujando".