sábado, 4 de abril de 2009

Crimenes por Max Haines

La ley del amor


La cárcel no es el mejor lugar para ir a buscar pareja, pero la abogada quedó presa de la pasión
Por nada del mundo se puede llamar a Tim Kirk un pilar de la comunidad, al menos que la comunidad sea la prisión estatal de Bushy Mountain en Tennessee. Tim comenzó mal y terminó mal. Creció en Chicago y era un buen luchador callejero antes de llegar a la adolescencia. Faltaba al colegio la mayor parte del tiempo hasta que lo dejó del todo. Sus padres, gente decente y trabajadora, trataron de enderezar a su hijo. Lo enviaron a la academia militar junior en Chicago del Sur. Tim odiaba cada minuto. Su comportamiento era tan malo que los oficiales de la academia se negaron a mantenerlo en la escuela. Al cumplir 15, ya estaba asaltando licorerías y almacenes. Tenía una novia estable, Junine Fay, quien a veces lo acompañaba en sus robos armados. No todos sus asaltos eran criminalmente exitosos. A veces terminaba en varios correccionales de Illinois para jóvenes ofensores. Junine lo visitaba y siempre estaba allí cuando él salía. Cuando Tim y Junine cumplieron 18 años, se casaron. Junine trabajaba como soldadora. Tim hacía de todo, pero la mayor parte del tiempo se dedicaba a los asaltos y a los cortos períodos que pasaba en prisión. En 1968, recibió su sentencia más larga hasta ese momento: un año en la penitenciaría del estado de Missouri. Junine se mantenía leal. Entre los robos y las sentencias de prisión, la joven dio a luz a tres varones. Trató que su marido se enderezara, pero luego de que Tim la golpeara varias veces al perder la paciencia, Junine lo dejó. El legajo policial de Tim creció. En varias ocasiones, trató de escapar de la prisión. Finalmente, el sistema le arrojó un ladrillo. Lo sentenció a 65 años. Para 1980, Tim estaba encarcelado en el Bushy Mountain, una de las prisiones más duras en Estados Unidos. En febrero de 1982, Tim Kirk puso fin a una pelea entre algunos prisioneros blancos y negros. Mató a dos internos negros con un revólver.
Fue entonces cuando Tim Kirk, artista del fraude, ladrón armado, criminal habitual y supuesto asesino conoció a su abogada, Mary Evans. La vida de Mary nunca sería la misma. Su pasado era totalmente contrastante con el de Tim Kirk. Mary había nacido en Palmersville, Tennessee. Era una buena estudiante a la que le iba muy bien en la escuela. En 1972, conoció a Tom Evans mientras iba a la Universidad de Tennessee. Mary y Tom se casaron mientras ambos estaban estudiando. Mary estudiaba leyes. Durante el último año de Mary en la escuela de leyes, la pareja se dio cuenta de que el matrimonio había sido un error. Acordaron un divorcio amistoso.
Poco después, Mary conoció a John Lockridge, un hombre distinguido, 20 años mayor que ella. En junio de 1981, Mary Evans se graduó y obtuvo un puesto con la firma legal Tipton y Bell. Por un año trabajó exitosamente en casos menores antes de que se le diera un trabajo importante. Se le hizo responsable por la defensa de un criminal habitual, Tim Kirk, por un cargo de asesinato en primer grado. El perder el caso significaría que su cliente moriría. Mary fue hasta Bushy Mountain para presentarse. No es un fenómeno que un científico del comportamiento pueda explicar, pero en el caso de Mary y Tom funcionaba una química extraña. Mary se sentía atraída hacia el barbudo cliente. A Tim le gustaba ella también. En los meses siguientes, Mary visitó a Tim varias veces. Sus encuentros duraban varias horas. Los guardias llegaron a conocer muy bien a Mary. Ocasionalmente miraban hacia otro lado cuando la pareja se tomaba de las manos.
Al preparar la defensa de Tim, Mary había arreglado que el psiquiatra Gary Salk lo evaluara en Oak Ridge. Aparentemente, fue idea de la mujer calificar a Tom por capacidad de defensa reducida. Una semana más tarde, Mary llamó a la oficina del doctor Salk para concertar una entrevista. Examinó las instalaciones, explicando al doctor que a los guardias que acompañarían al prisionero les gustaría saber por adelantado dónde ubicarse. Como si nada, mencionó que estaba segura de que al doctor no le importaría quitar las esposas del cliente para permitirle realizar las pruebas manuales. El doctor Salk estuvo de acuerdo. Sin que nadie lo supiera, Mary y Tom habían planeado un escape. Tres guardias uniformados acompañaron a Tim Kirk y a Mary Evans a la oficina de Salk. Las esposas del prisionero y los hierros de sus piernas fueron retirados. Durante las dos horas de pruebas, Tim Kirk se fue apoderando de su revólver de calibre .25. Blandió el arma metódicamente y de manera calmada anunció: “Muy bien, ahora, comprendan esto, no quiero herir a nadie”. Los guardias fueron desarmados y se les hizo acostarse en el suelo. Mary le dio a Tim cinta. Mientras Tim aseguraba a los guardias, le pasó el revolver a Mary. Ahora no cabía dudas a los testigos: la abogada Mary Evans era cómplice. El doctor Salk fue obligado a unirse a los guardias. Tim se quitó la ropa de prisionero y se puso una de civil que Mary le dio. El par salió del edificio hasta el Toyota de Mary y huyeron. De vuelta en la oficina del doctor Salk, uno de los guardias logró liberarse luego de una hora. Tomó el teléfono y dio la noticia. Un día después de la fuga, el Día de los Inocentes de 1983, el Toyota de Mary fue hallado abandonado. Las noticias de la extraña alianza llegó a los titulares de prensa. La pregunta candente era, ¿dónde estaba la pareja?
Mary y Tim seguían moviéndose. Mary había retirado sus ahorros, lo cual les permitió avanzar. Usando nombres falsos, rentaron un carro y fueron hasta Florida. Una vez allí, rentaron una casa, compraron alimentos y se establecieron. Era una vida tensa, pero Tim tenía su libertad y Mary lo tenía a él. Pasó un mes. La pareja pensó que era prudente que se mudaran. Mientras iba agotándose el dinero, planearon un robo. Pero según el destino lo decidió, alguien con características similares a las de Tim robó un banco en Sarasota. Tim sabía que el lugar estaría repleto de agentes del FBI. La pareja se dirigió a la costa noreste de Florida. Se las arreglaron para vivir con pequeños préstamos enviados por amigos, pero no duraría. Un empleado de la Western Union reconoció a Tim gracias al cartel de “buscado”. En minutos, Mary y Tim fueron arrestados. Los amantes habían estado prófugos durante 139 días. A su regreso a Tennessee, la licencia de abogada de Mary fue revocada. Sería elegible para obtener nuevamente su licencia en cinco años. Mary fue hallada culpable por ayudar a un prófugo de la ley y fue sentenciada a tres años de cárcel. Diez meses más tarde, obtuvo la libertad condicional.
Mientras Tim estuvo prófugo, fue hallado culpable de dos cargos por asesinato en los casos de dos hombres muertos en prisión. Recibió un término de 40 años adicionales en la cárcel. Tim Kirk no sería elegible para libertad condicional hasta el 2048.
No tomó mucho tiempo para que el amor se esfumara. El 24 de mayo de 1985, Mary Evans se casó con Bill Evans, el primo de su ex primer marido. El 10 de agosto de 1985, Tim Kirk se casó con Mary París en el patio de ejercicios de la penitenciaría estatal de Bushy Mountain.
Tomado de la Revista Estampas del Universal

miércoles, 1 de abril de 2009

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Posibilidades matemáticas de morir
¿Sabés lo que mata tres veces más que una guerra tipo? El trabajo. El trabajo también mata más que el alcohol y las drogas. En vez del inconmensurable esfuerzo colectivo que realizamos por evitar el consumo de drogas o alcohol, tal vez sea necesario que invirtamos más tiempo en tirar de las orejas a los responsables de la seguridad en nuestros puestos de trabajo. Porque 2 millones de personas mueren cada año en accidentes o por enfermedades relacionados con el trabajo. A nivel mundial, los trabajos más peligrosos son la agricultura, la minería y la construcción. Y luego hay gente que tiene miedo de subirse a un avión. Pues sabed que casi todos los pilotos de aviones que mueren no son de aviones de pasajeros, precisamente. La tercera causa más común de muerte en todos los sectores del entorno laboral es el homicidio. No sólo mueren muchos policías de esta forma, sino también vendedores que trabajan de cara al público. Pero la mayoría de policías no mueren por homicidios directos sino en accidentes de coche mientras desempeñan su trabajo.
Para calcular el riesgo de muerte se emplea lo que se llama la escala de Duckworth, creada por el doctor Frank Duckworth, editor de la revista Royal Statistical Society. La escala mide la posibilidad de morir como resultado de una determinada actividad. La tarea más segura puntúa 0. La que puntúa 8 equivale a una muerte segura. En base a ella, el juego de la ruleta rusa implica un riesgo de 7,2. 20 años practicando escalada conlleva una puntuación de 6,3. (¿Por qué se criminalizan a los que deciden tomar drogas y no a los que deciden escalar montañas?)La probabilidad de morir asesinado puntúa 4,6. Un trayecto de 160 kilómetros en coche, en condiciones normales, puntúa 1,9. Es curioso cómo los asunciones de la Dirección General de Tráfico nos intentan amedrentar, las leoninas medidas de seguridad que se toman, etc. ¿Creéis que es por nuestro bien? ¿Creéis que lo hacen para que no existan víctimas colaterales? Puede haber algo de cierto, por supuesto. Pero la razón fundamental es que un accidente de tráfico cuesta mucho dinero a la administración. Un radar más es un ahorro considerable, sin contar lo que suponen luego los ingresos por multas. Esto lo digo porque, según la escala Duckworth, el riesgo de morir mientras nos duchamos es sensiblemente mayor a pesar de que el tiempo que pasamos en la ducha es relativamente corto: es más fácil morir mientras te pegas una ducha rápida para ir al mortífero trabajo antes que cogiendo el coche.
En otro rango de cosas, las posibilidades de morir por un rayo en el Reino Unido son aproximadamente 1 entre 10 millones. Más o menos las mismas que de ser mordido por una víbora. Aunque también depende de tu sexo: los hombres son alcanzados 6 veces más que las mujeres. Y es que alrededor de 1.000 personas mueren cada año a consecuencia de los rayos (en muchos casos porque llevan encima elementos que actúan como pararrayos: palos de golf, cañas de pescar de fibra de carbono o sujetadores con aro metálico, por ejemplo). Cuando se inventó el pararrayos, la Iglesia se negó a proveerse de uno porque consideraba que los rayos eran voluntad divina. Cuando comprobaron que los rayos sólo dañaban a las iglesias y no al resto de las edificaciones provistas de pararrayos, se retractaron.

Porsche 911 Turbo EVT 850 CV, Impresionante

Tuning que ha realizado la empresa estadounidense Evolution Motor Sports (EVOMS) sobre la base de un Porsche 911 Turbo. EVOMS está bastante consolidada en el mercado estadounidense en la preparación de modelos alemanes. Automóviles de Audi, Volkswagen, Mercedes y BMW ya han pasado por sus expertas manos. Ahora, el turno es para Porsche y su modelo más emblemático, el 911 Turbo, que ha recibido, aparte de un pequeño ‘lavado de cara’, una inyección de potencia, pasando de 480 a 850 CV.
El Porsche 911 EVT 850 parte de un trabajo anterior de 700 CV –que es el que podéis ver en las fotos-. Para conseguir este nuevo incremento de potencia hasta los 850 CV –te recordamos que el 911 Turbo de calle viene con 480 CV- Evolution Motor Sports ha incoporado un par de turbocompresores fabricados por ellos, un sistema de escape y catalizadores completamente nuevos, intercoolers mejorados y un nuevo sistema de control electrónico de la transmisión de la potencia, entre otros.

Exteriormente, EVOMS ha decidido mantener las líneas del 911 Turbo convencional. Simplemente, ha añadido nuevos paragolpes delanteros y traseros, el alerón trasero y llantas de 20 pulgadas, elementos diferenciadores ya presentes en el EVT 700 –la citada anterior versión de 700 CV-.
El preparador no ha revelado detalles sobre sus prestaciones, pero a buen seguro que el 0 a 100 km/h estará próximo a los 3 segundos. El precio de este espectacular Porsche 911 EVT 850 será de 38.100 euros -28.460 euros para los propietarios que ya posean un EVT 700.