viernes, 17 de octubre de 2008

FIN DE LA CALVICIE?


Científicos de Barcelona crean a partir de un cabello células madre como las embrionarias - Tienen la misma capacidad de crecimiento y versatilidad

En la naturaleza hay dos tipos de células madre: las embrionarias, capaces de generar cualquier tejido humano, y las adultas, alojadas en cada órgano y especializadas en regenerar sus tipos celulares concretos. Los científicos inventaron el año pasado un tercer tipo: las iPS (induced Pluripotent Stem cells, o células madre pluripotentes inducidas). Las iPS se fabrican "retrasando el reloj" (reprogramando) a las células comunes de la piel, y reúnen todas las ventajas de las otras dos clases para su aplicación médica, pero su obtención es dificultosa e ineficaz. Los científicos del Centro de Medicina Regenerativa de Barcelona (CMRB) han multiplicado ahora por 100 el rendimiento del proceso utilizando pelo en vez de piel. Su método es tan eficaz que funciona con un solo cabello humano, y sus células iPS son indistinguibles de las células madre embrionarias en actividad genética, capacidad de crecimiento y versatilidad de desarrollo. Y además, como toda célula iPS, tienen una gran ventaja sobre las embrionarias: si el cabello fuera de un paciente, las células casarían genéticamente con él. "La reprogramación de las células del pelo parece una opción práctica y ventajosa para generar células madre específicas de un paciente, o de una enfermedad", dice el director del CMRB, Juan Carlos Izpisúa. El trabajo tiene financiación de la fundación Cellex y se presenta hoy en Nature Biotechnology. El principal objetivo a largo plazo de la medicina regenerativa es convertir las células madre en tejidos y órganos trasplantables. Las células iPS no sirven en su forma actual, porque llevan cuatro virus integrados varias veces en su genoma. Los virus se usan para introducir en las células del pelo cuatro genes humanos. Se llaman Oct4, Sox2, c-Myc y Klf4, y son "factores de transcripción", es decir, genes que regulan a muchos otros genes. Como todas las células del cuerpo tienen el mismo genoma, el desarrollo se basa en la activación diferencial de ciertos genes en unas células u otras, y la clave son los factores de transcripción que están activos en cada zona (en cada futuro órgano o tejido). Los cuatro genes introducidos mediante virus son capaces por sí solos de desbaratar el programa genético de las células del pelo y devolverlo a sus orígenes "pluripotentes", es decir, a una configuración genética que vuelve a ser capaz de convertirse en cualquier otra. En el futuro habrá que buscar una forma de hacer lo mismo sin virus, o con virus seguros. Los científicos han llamado a sus células KiPS, de iPS y keratinocytes, o queratinocitos, las principales células del pelo. El kip es la moneda de Laos. Un quip hubiera sido una salida ocurrente.

BOMBAS SEXYS VENEZOLANAS






Un fósil de hace 375 millones de años explica la transición de la vida acuática a la terrestre

Paleontólogos de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos descubrieron hace cuatro años los restos de una extraña y antiquísima especie. Entre las heladas rocas devónicas de la isla canadiense de Ellesmere hallaron fósiles de un depredador acuático con el cuerpo y la cabeza muy achatadas, pero con algunas características que ponían de manifiesto que era capaz de vivir y desenvolverse fuera del agua. Lo llamaron "Tiktaalik roseae".
Esta criatura, mitad pez mitad tetrápodo, vivió hace 375 millones de años y se la considera el "eslabón perdido" entre los animales acuáticos y los terrestres. Se sabe que fue el primer ser que dio los primeros pasos para poblar las tierras emergidas. Hasta entonces, la inmensa mayoría de los seres vivos vivían en el mar.
Nuevas investigaciones sobre este fósil permiten comprender cómo se produjo el complicado proceso de transición del agua a la tierra. El estudio, que publica hoy la revista "Nature", demuestra que el paso de un estilo de vida acuático a otro terrestre conlleva cambios fisiológicos muy complejos y que no se limitan sólo a las aletas (que se convierten en patas), sino también al cráneo y a otras partes del esqueleto.
"El cráneo, el paladar y las branquias de 'Tiktaalik' revelan con toda claridad el patrón seguido por los cambios evolutivos en esta parte del esqueleto", explica Jason Down, responsable de la investigación. "Podemos observar -continúa Down- que los rasgos craneales que están asociados a los primeros animales terrestres fueron antes adaptaciones para la vida en aguas poco profundas".
Hyomandíbula
En el linaje que conduce de los peces a los primeros animales terrestres, la cabeza tiende a achatarse y el hocico a alargarse. Los expertos descubrieron además la reducción gradual de un hueso (llamado hyomandíbula) que en los peces une el cráneo con el paladar y las escamas y regula sus movimientos relativos durante la respiración y la alimentación bajo el agua.
En la transición hacia el estilo de vida terrestre, ese hueso va perdiendo poco a poco sus funciones y queda disponible para asumir otras nuevas. En los humanos, igual que en otros mamíferos, la hyomandíbula, o estribo, se ha convertido en uno de los pequeños huesos del oído medio.
"Tiktaalik" poseía además cuello, innecesario para los peces, que viven y se mueven en un espacio tridimensional y pueden orientar fácilmente todo el cuerpo hacia un lugar u otro.