viernes, 23 de enero de 2009

Cine: Siete Almas

Si bien en la vida real razones para reír le sobran, en su nuevo filme, Siete Almas, el actor estará al borde del colapso. Eso sí, el amor le tenderá una mano. "Lo más difícil para mí fue vivir por un tiempo en la rabia y el dolor" , confesó.
En Estados Unidos lo han apodado "four billion man" ("el hombre de los cuatro millardos") en vista de las exorbitantes ganancias que han dejado en las taquillas varias de sus películas: Hombres de Negro, Día de Independencia, I Robot, Soy Leyenda, En búsqueda de la felicidad, Hancock -sólo esta última recaudó 600 millones de dólares internacionalmente. Su salario básico es de 20 millones de los verdes -aunque por Hancock ascendió hasta 28-, lo que lo ha empujado a la cima de la lista Forbes de las celebridades mejor pagadas de Hollywood, y el público de su país lo escogió, en 2008, como su actor predilecto. No en balde, la revista Newsweek se refiere a él como la estrella "más poderosa del mundo" por estos días.Quién lo pondría en duda: el otrora "príncipe de Bel Air" ya alcanzó el trono en su tierra, y como el dinero y la fama -es noticia conocida- no bastan para asegurarse toda suerte de felicidad, Will Smith se ha labrado, además, uno de los matrimonios más sólidos de la llamada Meca del cine -lleva 11 años casado con la actriz Jada Pinkett Smith, con quien tiene dos hijos y cría uno de su relación anterior. "¡Nunca he sido más feliz en mi vida! -ha declarado. Nosotros estamos enamorados, pero más allá de eso, tenemos un propósito juntos".¿Qué podría faltarle, pues, al también exitoso cantante, compositor y productor para alcanzar el paraíso? Cualquiera diría que nada, incluso le tocó presenciar y -cómo no- celebrar a sus 40 años la llegada del primer afroamericano a la presidencia de Estados Unidos, un evento impensable apenas unos años atrás. "Yo intuía que era posible, pero no sabía si estaba 'realmente' convencido de que era factible", le revelaba guapeando con las lágrimas a Oprah Winfrey en su show, mientras recordaba el momento en que era anunciado el triunfo de Barack Obama. Esa noche Smith organizó una fiesta para cerca de 70 invitados, y todavía, dice, se emociona en extremo cada vez que revive la jornada del día de las elecciones.Cómo no creerle al ex rapero, entonces, cuando explica que lo más difícil para él a la hora de interpretar su rol en Siete Almas, su nueva película, fue "vivir en la oscuridad, la depresión y la rabia" por las que atraviesa su personaje, Ben Thomas. "Tú no puedes aparentar este tipo de emociones, tienes que arrastrarte a ti mismo hasta esos estados para realmente sentirlos en el cuerpo y reaccionar ante ellos.

Fue duro para mí vivir con tanto dolor durante los meses que tomó la filmación", señalaba el actor en una habitación del hotel Four Seasons de Beverly Hills, donde ofrecía entrevistas para promocionar la cinta que lo ha vuelto a reunir con el director de En búsqueda de la felicidad, Gabriele Muccino. Su anterior colaboración con el realizador de origen italiano le valió su segunda nominación como Mejor Actor a los premios Oscar -la primera fue por Ali, la biografía del gran boxeador Muhammad Ali- y resultó un batacazo no presagiado en boletería. Salvador salvadoThomas, el protagonista de Siete Almas, es un recaudador de impuestos que ha tocado fondo tras atravesar una trágica experiencia no revelada inicialmente a la audiencia. Enceguecido por su propio drama y con un sentimiento de culpa que pesa algo más que las siete libras que le dan el título al filme en inglés (Seven Pounds), decide expiar sus cargas transformando, para bien, la vida de siete personas desconocidas. En el curso de su autoinfligida misión se enamora de una de sus elegidas: Emily Posa (Rosario Dawson), quien, a pesar de padecer una condición cardíaca con poco chance de ser curada, le hará recordar que siempre valdrá la pena vivir cada minuto con esperanza y alegría. Desde el comienzo de la historia, no obstante, el personaje de Smith esconde un secreto que el espectador habrá de averiguar a medida que transcurre la narración. Al parecer, hasta al mismo actor le costó descubrir todo lo que ocultaba su interpretado."Usualmente, cuando trabajo en una película, quiero entender desde un comienzo qué significa y que todos los secretos me hayan sido revelados, pero este filme se mantenía diciéndome algo diferente una y otra vez. En mi mente era a veces un maravilloso romance y en otras oportunidades lo veía como una tragedia. Así que el guión siempre me presentaba cosas nuevas y me daba diferentes opciones para explorar", relataba un animado Will Smith.

Altísimo -mide 1,89 metros- y de cuerpo tan delgado como fibroso, el artista había entrado al recinto donde le aguardaba la prensa con evidente entusiasmo y con una sonrisa de oreja a oreja -las mismas, por cierto, que adorna con un par de aquilatados brillantes. Pero esto último, vale la pena aclarar, era lo único ostentoso en el atuendo del hombre mejor valorado en la actualidad en Hollywood: trajeado con jeans, franela y un saco por demás sencillo, Smith -eso sí, genio y figura hasta la sepultura- es más bien una suerte de antidivo de suaves maneras, simpático y conversador. También un optimista redomado que, señala, jamás se permitiría llegar al grado de abatimiento en el que se encuentra sumido su alter ego en pantalla."Él es exactamente la antítesis de lo que soy yo -señalaba el actor. Yo creo que uno debería transformar cualquier error que haya ocurrido en su vida en algo positivo; los errores tienes que convertirlos en una experiencia fantástica de aprendizaje. Ustedes saben que yo pasé por un divorcio en el pasado y que para mí fue muy doloroso, pero jamás podré llamar eso un error porque eso es, justamente, lo que hace que hoy tenga un matrimonio tan estable con Jada. ¡Yo no me divorcio nunca más!, ¡eso no vuelve a pasarme de nuevo!", confesaba, riéndose, el entrevistado, quien también admite que es un romántico incurable.
La pócima que todo lo alivia"Uno de los conceptos del filme que resultó más atractivo para mí fue el planteamiento que hace en cuanto al poder transformador del amor -indicaba Will Smith. El personaje se da cuenta de que, no importa lo que ha pasado en su vida, no importan las pérdidas, los traumas o el dolor por los que ha atravesado, el amor es siempre el último elixir, y aunque Ben no cambia los planes que tenía desde un inicio, al final los lleva a cabo por razones muy distintas a las que tenía cuando arranca la película".

Lógicamente, acá no serán revelados los planes del protagonista de Siete Almas, pero en la historia será capaz de grandes desprendimientos por la chica del relato, de allí que no está de más consultarle a Smith cuánto cree él que sería demasiado para entregar por amor. "Esa es una pregunta difícil de responder, pero conectando esto a mi vida yo creo que la única manera de ser feliz es vivir sirviendo a otra gente. Hacer de la vida de alguien algo mejor, hacer sentir bien a alguien, sea como sea, es la máxima felicidad. Tienes que tener una razón más allá de ti mismo para levantarte todas las mañanas, en eso radica en parte la diferencia entre estar deprimido o alegre. Saber que la vida de alguien va a ser mejor porque tú te levantaste le brinda un propósito a tus actos".A decir verdad, lo que en cualquier otro pudo haber sonado un tanto falso e impuesto, al entusiasta actor le brota con naturalidad. Es una suerte de filosofía de vida que, sostiene, lo ha acompañado en su trayectoria profesional y personal, lo que, a todas luces, ha dado más de un fruto. "Will Smith parece lograr un éxito tras otro sin el más mínimo esfuerzo. Todo lo que hace lo hace bien. Es una persona con una gran presencia y jamás pasa desapercibido, cuando él entra a algún lugar sabes que está allí", reseñaba unos meses atrás la prestigiosa revista estadounidense Parade. Y aunque Siete Almas no repitió en la tierra del Tío Sam la hazaña en la taquilla que lograra En búsqueda de la felicidad, para él lo más importante es que esta cinta le ayudó a reafirmar sus convicciones personales: "Esta es la película en la que me he mostrado más. Fue una autoexploración pura. Fue para mí como una especie de revelación acerca de quién quiero ser y cuál debe ser mi propósito en la vida... Yo quiero estar más cerca del ciudadano de a pie descubriendo cuál debe ser mi rol como americano. Qué puedo hacer para que este país se convierta en algo mejor". Ya son al menos dos afroamericanos en el tope de su popularidad los que han expresado el mismo deseo este año. Afortunadamente, para el país del norte, ambos tienen el poder y pueden alcanzar algo más que siete almas. Bien por ellos.
Tomado de la Revista Estampas del Universal.

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