jueves, 22 de marzo de 2012

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Crimenes de Max Haines


¿Homicidio por misericordia o asesinato?

El debate en torno a la eutanasia se remonta décadas atrás

por MAX HAINES | imagen: DAVID MÁRQUEZ | DOMINGO 18 DE MARZO DE 2012

Los vecinos de Pittsfield, Massachusetts, sentían un gran respeto por el abogado John Noxon, quien se casó y en 1943 su esposa dio a luz a un niño con Síndrome de Down, a quien bautizaron Lawrence.

A los seis meses el pequeño falleció y, en principio, su muerte fue considerada como un terrible accidente. La policía recibió una llamada de John, quien avisó que su hijo se había electrocutado por accidente. Cuando llegaron a la residencia de los Noxon, John explicó que estaba reparando su radio, que estaba encendido, y que había tenido que salir de la habitación por un momento. Supuestamente, el niño había gateado desde su cuna y había tocado los cables con consecuencias fatales.

La historia del atribulado padre satisfizo a la policía al principio, pero los investigadores solicitaron la opinión de un ingeniero eléctrico para cerrar el caso. El hombre estudió el lugar del accidente y el cuerpo del niño antes de que fuera enterrado. Con-cluyó que el pequeño debió haber estado mojado y en contacto con una gran cantidad de metal para haber absorbido tanta descarga eléctrica".

Después de una meticulosa inspección en casa de los Noxon los investigadores encontraron una sartén quemada en el sótano. Dentro de un incinerador de gas descubrieron lo que quedaba de un pañal de bebé, una pijama y un cable. El padre confesó que ya no podía soportar la lastimosa condición de su hijo. Le había puesto un pañal mojado, amarró el cable a uno de sus bracitos y lo colocó sobre la sartén colmada de agua. El cable estaba conectado con el transformador de alto voltaje del radio, el cual estaba conectado directamente por otro cable con un tomacorriente. "Mi hijo no sintió nada", dijo John.

Noxon fue arrestado y acusado de asesinato. Lo encontraron culpable e, irónicamente, lo sentenciaron a morir en la silla eléctrica. Sin embargo, después de pasar dos años aguardando la ejecución de su pena capital, su sentencia fue conmutada a cadena perpetua.

Zygmanik, el otro caso
Lester Zygmanik adoraba a su hermano mayor, George. Ambos vivían en Nueva Jersey. Cuando George se casó y tuvo un hijo, la estrecha relación entre los hermanos continuó. Lester adoraba a su pequeño sobrino. En el verano de 1973, George salió a dar un paseo en la moto de un amigo, perdió el control y se estrelló contra un poste telefónico. El pobre sufrió múltiples heridas. Fue sometido a operaciones de emergencia. Los médicos dijeron que nunca volvería a caminar e indicaron a la familia que si sobrevivía, lo más seguro era que tendría que pasar el resto de su vida en un hospital.

Cuando recuperó el conocimiento, George apenas pudo murmurar: "Quiero morir". La familia quedó devastada. El padre de los hermanos había fallecido cuatro meses atrás. Lester estaba destrozado. El hermano con dificultad pudo hablar y le dijo: "Quiero que me prometas que me matarás. Quiero que lo jures ante Dios", le dijo a Lester, quien juró a su adorado hermano que así lo haría.

Más tarde, Lester narró lo ocurrido. Había ido a su casa a buscar su escopeta, regresó al hospital y le dijo a George: "Estoy aquí para terminar tu dolor. ¿Es eso lo que quieres?". George asintió con la cabeza.

Lester continuó: "Luego puse el cañón contra su sien y halé el gatillo". Se entregó de inmediato y fue acusado del asesinato de su hermano. El 5 de noviembre de 1973, un jurado de Nueva Jersey lo encontró inocente.
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Tomado de la Revista Estampas del Universal Venezuela