sábado, 22 de octubre de 2011


CRÍMENES MAX HAINES
TUVO QUE SER LIZZIE 

La dulce hija era la única sospechosa posible de los horrendos asesinatos

El 4 de agosto de 1892, uno de los asesinatos más sonados de la historia del crimen tuvo lugar en Fall River, Massachusetts. El cuerpo de la señora Abby Borden se encontró en una habitación del primer piso, mientras que el cadáver del señor Borden estaba en una sala de la planta baja.

Una criada, Bridget Sullivan, estaba fuera de la casa limpiando las ventanas cuando la señora Borden fue asesinada; Sullivan dormía en una habitación de un piso superior cuando mataron al señor Borden.

La hija mayor de los Borden, Emma, estaba visitando a varios amigos en una población ubicada a unos 20 kilómetros el día del crimen. Eso significaba que sólo la hija menor, Lizzie, se encontraba en la casa en el momento de los asesinatos. No se vio a nadie entrar o salir de la casa.

Pero vayamos por partes. En poco tiempo la casa estuvo invadida por policías, médicos y vecinos preocupados. Pronto se estableció que Abby había sido asesinada 90 minutos antes que su esposo. Esto significaba que el asesino debió introducirse en la casa sin ser visto, matar a la señora Borden, ocultarse durante 90 minutos, despachar al señor Borden y salir sin que le observaran.

Alguien opinó que Lizzie y Bridget corrieron con suerte por no haberse convertido en víctimas. Lizzie le dijo a la policía que ella había estado en el establo durante 20 minutos mientras su padre era asesinado con un hacha.

El 9 de agosto, cinco días después del doble asesinato, se realizó una investigación oficial en torno a los asesinatos. Cuando la investigación concluyó el 11 de agosto, Lizzie Borden fue arrestada y acusada del asesinato de su padre.

Desde el principio, la joven recibió un trato preferencial. Mientras estuvo detenida permaneció en una sección del alojamiento del carcelero, donde se colocaron algunos de sus muebles. Los feligreses de la iglesia a la cual asistía Lizzie se unieron en su defensa. Siempre estaba en compañía de su ministro, quien insistía en que una joven con su educación no podía matar una mosca, mucho menos asesinar a sus padres con un hacha.

La fiscalía estableció que había un resentimiento entre la chica y su madrastra. Lizzie la había llamado "Sra. Borden" durante los últimos cinco años. El factor del tiempo y la distribución de la casa pesaban mucho en contra de Lizzie: A las 9:15 am, el señor Borden salió de la casa. Abby fue inmediatamente asesinada a hachazos en la habitación de huéspedes. A las 10:45, el señor Borden regresó a su casa y a las 11:05 Lizzie le gritó a Bridget Sullivan que su padre había sido asesinado en la sala. En ese momento, Bridget estaba en otra parte de la casa a la que no podía llegarse por la escalera principal. Sólo Lizzie estaba allí.

La calle frente a la casa era una ajetreada vía comercial en una zona semiresidencial. Ninguna persona había visto a alguien entrar o salir de la casa.

Si Lizzie era inocente, el agresor debió haber sido casi invisible y tenido una increíble buena suerte. Tuvo que entrar en la casa sin ser visto y asesinar a la señora Borden en la habitación de huéspedes. Luego tuvo que esconderse en la casa por 90 minutos, tiempo durante el cual no tenía forma de saber si Lizzie, Bridget o cualquier otra persona descubriría el cadáver de Abby.

Luego el señor Borden debió ser asesinado a hachazos sin proferir sonido alguno. Finalmente, el presunto homicida tuvo que haber salido de la casa sin ser visto.
Una amiga de Lizzie, Alice Russell, subió al estrado y declaró que Lizzie la había visitado la noche antes de los asesinatos y le había dicho que tenía una premonición de que algo terrible estaba por acaecer a la familia Borden.

La defensa presentó un desfile de testigos que destacaron la gran cualidad moral de Lizzie y su posición social en la comunidad. Ella juró que había estado afuera, en el establo, buscando plomitos para preparar anzuelos en el momento en que su padre fue atacado.

El vestido que LizzieQUEMÓ fue el que tenía puesto cuando asesinó a su padre
En gran medida, la evidencia más asombrosa que presentó la defensa fue el hecho de que inmediatamente después de la muerte del señor Borden, Lizzie había sido vista por Bridget Sullivan, Adelaide Churchill, Alice Russell, el doctor Bowen y otras personas.

Inexplicablemente, no había manchas de sangre en su vestido. Los expertos estuvieron de acuerdo en que quien hubiera asesinado al señor Borden, sin duda tendría manchas de sangre visibles en su persona.

Alice Russell afirmó que había visto a Lizzie quemar un vestido en la cocina el domingo después del crimen. Esta declaración nunca fue negada, pero la defensa demostró que Lizzie había derramado pintura en un vestido. Aseveraron que fue ese vestido el que ella quemó.

En libros, obras de teatro, ballets, programas de TV y películas, ha sido esta ausencia de sangre en la ropa de Lizzie lo que ha dado pie a muchas teorías fantasiosas, una de las cuales propone que la joven cometió ambos crímenes estando completamente desnuda.

Es un poco difícil imaginar a la puritana Lizzie corriendo desnuda por la casa, chorreando sangre, dado que cualquier persona ha podido entrar en cualquier momento.

El 20 de junio de 1893, el jurado de Nueva Inglaterra emitió un veredicto de no culpabilidad. Lizzie fue liberada. Luego de quedar en libertad, regresó a la casa de Second Street con su hermana Emma. Ambas heredaron la mayor parte del patrimonio de su padre y compraron una casa mucho más grande y ostentosa.

En 1904, las dos hermanas solteras tuvieron una discusión y Emma se mudó definitivamente. Lizzie se quedó en Fall River el resto de su vida. Lizzie Borden murió el 1° de junio de 1927 a la edad de 67 años. Nueve días después, Emma murió en Newmarket, en Nueva Hampshire.

Lizzie dejó un patrimonio valorado en 425.000 dólares. Emma dejó 265.000 dólares. Ambas hermanas legaron la mayor parte de su dinero a varias organizaciones de beneficencia.

Hoy, en el cementerio Oak Grove de Fall River, Andrew Borden, sus dos esposas y sus dos hijas reposan en paz para siempre.

Siempre he creído que el vestido que Alice Russell vio a Lizzie quemar en la cocina fue el que tenía puesto la joven cuando asesinó a su padre. Hubo gente que iba y venía por Second Street el día de los asesinatos. Sin duda, cualquiera que entrara en la residencia Borden habría sido visto por Bridget, Lizzie o un vecino. Ese individuo nunca fue visto porque nunca existió.

Asimismo, la persona que supuestamente le llevó a la señora Borden una nota, como afirmó Lizzie, nunca fue identificada, sencillamente porque tampoco existió.

Un día antes del doble asesinato, el señor y la señora Borden no se habían sentido bien; tuvieron náuseas y vomitaron.

En la investigación de los asesinatos, dos farmaceutas declararon que Lizzie había intentado comprarles veneno más tarde ese mismo día, diciendo que lo quería para limpiar un abrigo de piel. Se rehusaron a vendérselo.

Se infirió que Lizzie había intentado comprar el veneno después de que trató en vano de envenenar a sus padres con algo que estaba en la casa.

Toda la evidencia concerniente a la compra de veneno por parte de Lizzie no fue admitida en su juicio. Si hubiera sido aceptada, hay pocas dudas de que el resultado del juicio hubiera sido diferente. Creo que fue Lizzie quien tomó el hacha y la descargó 40 veces sobre su madre. Como dice el poema, cuando vio lo que había hecho, le dio 41 hachazos a su padre.

Traducción: José Peralta.
Ilustraciones: David Márquez. davidmarquez@cantv.net

tomado  de  la Revista Estampas del Universal Venezuela