En esta columna me he confesado fanático de Apple y su diseño -a pesar de las críticas de algunos de los lectores quienes apoyan con el mismo fanatismo al mundo de las PCs- pero luego de los útlimos lanzamientos de Apple creo que la empresa ha perdido lo que se conoce como el “wow factor” o la capacidad de sorprender.

Hablemos sobre el iPhone 5


El mercado de Android apunta hacia dispositivos con pantallas más grandes, a veces ridículamente grandes (dígase: Samsung Galaxy Note II) y Apple no quería quedarse atrás en esta tendencia. Pero aumentar la pantalla tan solo .5” es una tontería. La pantalla de su competidor más peligroso el –excelente- Samsung Galaxy III sigue siendo .8” más grande que la pantalla del iPhone 5. Así que, felicitaciones Apple, tu pantalla es más grande pero sigue siendo más pequeña que la competencia. Muchos fanáticos fervientes dirán: “No es el tamaño de la pantalla, sino la calidad”, a ellos les recuerdo que la pantalla la fabricaba el rival –Samsung- y que su pantalla de AMOLED es extremadamente parecida (320píxeles por pulgada de Apple vs. 306 píxeles por pulgada de Samsung).

El iPhone 5 cuenta con un nuevo chip, el A6, que no ha sido medido todavía contra el Exynos Quad-core a 1,4 GHz de Samsung, aunque sus creadores juran y perjuran que será más poderoso que la competencia.

Es 18% más delgado que el iPhone 4, cosa que se debe al uso de una cubierta de aluminio ionizado en su parte trasera. Ya que Steve Jobs no está vivo, el equipo de diseño se pudo sacar de encima la terrible decisión de utilizar gorilla glass en su parte trasera y cubierta frontal (ahora el vidrio está al nivel de la carcaza).