miércoles, 1 de octubre de 2008

CRÍMENES MAX HAINES

LA SOMBRA DE UNA DUDA
Todas las evidencias apuntaban a que el conductor africano era el agresor sexual de una oficial británica... ¿O no era así?
En 1945, el Cuerpo del Ejército Británico del Este de África estaba acantonado en las afueras de Nairobi, Kenya. El viernes 24 de agosto, el personal femenino se reunió en la Biblioteca McMillan, en Nairobi, desde donde eran transportado en camión al campamento militar. Normalmente, un conductor africano, acompañado de una sargenta, recogía a las mujeres puntualmente a las 11:00 pm.En la noche en cuestión, el conductor africano era Taracithio Gate wa Baragu, quien había servido en el ejército durante tres años. Le acompañaba la sargenta Josephine Aston. Pero el camión nunca se presentó en la biblioteca, y las mujeres que lo esperaban regresaron al campamento como pudieron.Cuando se percataron de que Jo Aston no había regresado a la hora prevista, sus superiores preguntaron por el camión. Descubrieron que éste también estaba desaparecido. En horas de la madrugada, las autoridades ubicaron a Baragu.El chofer le dijo a la policía militar que había conducido el camión a Nairobi con Jo Aston la noche anterior. Unos minutos después de salir del campamento, ella le pidió que recogieran a un sargento, quien se sentó en la parte trasera del camión. Dejaron al sargento en la parte de atrás del Mercado Municipal.Baragu dijo que continuó hacia la Biblioteca McMillan. Sólo había recorrido una corta distancia cuando un oficial de la Real Fuerza Aérea (RAF) se acercó al vehículo. El conductor se detuvo y Jo Aston se bajó del vehículo para hablar con el hombre. Baragu aprovechó la oportunidad para ir al mercado y descargar su vejiga. Cuando regresó, no pudo encontrar ni al camión ni a Aston.Baragu no escuchó ni vio nada inusual. Volvió al campamento a pie, por lo que debió cruzar el río Nairobi pisando piedras que sobresalían. Un centinela en una puerta lateral lo dejó entrar. Baragu buscó al sargento africano de turno para notificar la pérdida del camión. Dado que encontró al sargento durmiendo, decidió no despertarlo. Después de todo, en su opinión no había nada que hacer hasta la mañana siguiente. El chofer se desvistió y se acostó a dormir.Era claro lo que se podía inferir de la historia de Baragu. El oficial de la fuerza aérea y Aston habían partido en el camión. Muy posiblemente habían sufrido un accidente.Muy temprano esa mañana, el camión fue encontrado en una zanja en las afueras de Nairobi. La policía militar corrió al lugar. Allí, en la zanja, bajo casi medio metro de agua, a unos 30 metros del camión, encontraron el cuerpo de Jo Aston. Sólo tenía puestos la corbata, el sostén y las medias. Su ropa desaparecida se localizó más tarde en un hoyo cerca de la ribera. Jo, quien estaba comprometida con un militar en Inglaterra, usaba un anillo de compromiso, el cual también estaba desaparecido.La autopsia indicó que había tenido una relación sexual, muy probablemente mientras estaba inconsciente. Tenía una severa contusión en el cuello.Jo Aston habría celebrado su cumpleaños número 25 un día después de su asesinato. La Segunda Guerra Mundial había concluido apenas 10 días atrás. La chica tenía el mundo a sus pies, hasta esos minutos en que alguien la atacó en una ruta solitaria en las afueras de Nairobi.
Las sospechas recayeron de inmediato sobre el conductor Baragu. Confiscaron su ropa y se descubrió que estaba húmeda. Igual estaba la ropa en su mochila. Sus botas estaban empapadas. Su correa también. Se interrogó a los centinelas con los cuales Baragu dijo haber hablado cuando entró al campamento. Ninguno recordaba haberlo visto regresar. El sargento a quien Baragu afirmó haber recogido fue localizado. Sólo él corroboró la historia del conductor. Menos de 12 horas después del descubrimiento del camión y el cadáver, Baragu fue acusado de asesinato.La investigación en torno al asesinato continuó. Baragu explicó que no mojó sus botas cuando cruzó el río Nairobi. Las había lavado por dentro y fuera esa noche, como era su costumbre. Luego dijo que lavó la mayor parte del contenido de su mochila la tarde del día del asesinato. Cuando cortaron el suministro de agua en el campamento, como ocurría ocasionalmente, volvió a meter la ropa a medio lavar en la mochila. Eso explicaba por qué la ropa estaba húmeda.Un experto en huellas digitales testificó que había encontrado varias huellas indescifrables en el volante del camión. También encontró seis huellas completas de Baragu.El patólogo R. M. Dowdeswell reveló que el cuerpo de Jo presentaba múltiples moretones. Había sido golpeada en la frente, el mentón, una oreja, una mano, una muñeca y el omoplato derecho. Se determinó que la causa de la muerte era ahogamiento. Había recibido un golpe fuerte debajo del mentón que probablemente la había dejado inconsciente.Aparentemente, la mujer fue atacada por alguien entrenado en combate sin armas. Muestras de vegetación tomadas de la zanja coincidían con la que se encontró en la ropa de Baragu.Impresiones en yeso de huellas tomadas en la escena del crimen coincidían con uno de los zapatos de Jo, así como con los del acusado. Algunas de las huellas correspondían al pie descalzo, con medias, de Jo. De acuerdo con la evidencia, parecía que Jo había perdido un zapato, posiblemente cuando el camión cayó en la zanja. Mientras intentaba huir cojeando, su victimario la alcanzó.El 9 de octubre, Baragu fue enjuiciado por el asesinato de Josephine Aston. La fiscalía presentó gran parte de la evidencia descrita aquí. Los fiscales afirmaron que después de que Baragu dejó al sargento, tuvo a Jo a su merced.Había acelerado hasta alcanzar una alta velocidad, por lo que a ella le resultó imposible saltar del vehículo. Cuando el camión cayó en la zanja, saltó y se fue cojeando, pero la atraparon, la dejaron inconsciente, la atacaron sexualmente y la dejaron en la zanja para que muriera.Baragu subió al estrado para declarar en su propia defensa. Aseveró que no sabía absolutamente nada del asesinato. No notificó la desaparición del camión porque no vio motivo para hacerlo antes de la mañana. Había llenado el radiador con agua y el líquido había salpicado sobre su ropa. La humedad de sus botas no era a consecuencia de haber caminado sobre el agua de la zanja ni por haber cruzado el río Nairobi, sino sencillamente porque las lavaba todas las noches. No había terminado de lavar su ropa, como había declarado antes, cuando metió sus prendas en su mochila. Desafortunadamente, ningún soldado lo había visto lavar su ropa, pero se confirmó que el día del asesinato se había cortado el suministro de agua, como aseveró Baragu.El conductor no tenía oportunidad. Fue encontrado culpable de asesinato. Antes de que se leyera su sentencia, le permitieron realizar una última declaración. Señaló que, por ser africano, nunca había recibido entrenamiento en combate sin armas. Además, era cierto que cualquiera que manejara su camión pudo haber alterado las huellas digitales y dejar las suyas intactas.Baragu hizo una pregunta a la corte; si él había conducido el camión y violado a la difunta, ¿por qué no tenía ningún arañazo? Aunque la vegetación de la zanja coincidía con la vegetación encontrada en su ropa, la misma vegetación se podía encontrar en muchos lugares. Baragu argumentó que si había asesinado a la mujer, ¿por qué había ocultado la ropa de la víctima y no trató de esconder la suya? Si él había robado su anillo, ¿por qué no lo encontraron con sus otras pertenencias? ¿Por qué no se encontró semen en su ropa?Después de escuchar, el juez sentenció a Baragu a muerte. El 15 de febrero de 1946, la apelación de Baragu fue rechazada. Fue ahorcado el 24 de abril.Baragu nunca se apartó de la versión que había relatado cuando lo despertaron, varias horas después de que se notificó la desaparición de su camión. Hasta el día de hoy, algunos creen que se ejecutó a un hombre inocente. ¿Realmente había un oficial de la RAF que saltó al camión de Baragu y se alejó en el mismo para violar y asesinar a Jo Aston? ¿Fue alguien a quien ella conocía bien, alguien que pudo haber estado celoso por su compromiso?¿Puede alguien impedir que una mujer salte de un camión en movimiento al mismo tiempo que está conduciéndolo? Se ha sugerido que alguien con un arma podría hacerlo. ¿Qué fue del anillo de Jo? ¿Lo ocultó Baragu?Son estos pequeños misterios sin resolver los que hacen que la verdad sea más extraña que la ficción.
Traducción: José Peralta.
Ilustraciones: David Márquez. davidmarquez@cantv.net
tomado de la revista Estampas del Universal.

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