martes, 14 de octubre de 2008

CRÍMENES MAX HAINES

Una joven pareja nunca tuvo oportunidad de descubrir si su romance estaba escrito en las estrellas


Ray Smith, de 18 años, era el chico nuevo de la cuadra. Había llegado a Eau Claire, Wisconsin, con sus padres a comienzos de octubre de 1948. Alto y apuesto, era empleado del American National Bank. A los tres meses de su llegada, el agradable y sociable joven era muy apreciado en el banco y en el restringido círculo social que había logrado cultivar.
La familia Smith se había mudado de Superior, Wisconsin, a su cómodo hogar, a dos casas de distancia de la familia Baumann. Cuando iba o venía de su empleo en el banco, Ray a menudo se topaba con la atractiva Gertrude Baumann. La chica, de 17 años, se sintió halagada cuando Ray se detuvo a conversar. Se conocían desde hacía tres semanas y la bella estudiante de secundaria consideraba a Ray su nuevo amigo.
El 23 de octubre, Gertrude se encontraba en el porche de su casa. Ray se detuvo a conversar. Después de intercambiar las fórmulas de cortesía habituales, invitó a la chica a dar un paseo con él por el campo de golf. Gertrude corrió a su casa para tomar su cámara fotográfica. Juntos, los dos jóvenes se dirigieron allá.
A eso de las seis en punto de la tarde, Paul Baumann se preguntó por qué su hija no había regresado para la cena. Ella no acostumbraba llegar tarde. A las 7:00 pm llamó por teléfono a los Smith, de quienes apenas sabía que eran sus nuevos vecinos. James Smith también estaba preocupado. Ray no estaba en casa, y él tampoco se había retrasado antes para la cena.
Mientras caía la noche, los padres de Ray y Gertrude llamaron a todos los amigos de sus respectivos hijos. Nadie había visto a la desaparecida pareja. A la mañana siguiente, los angustiados familiares notificaron a la policía que los jóvenes estaban desaparecidos.
Los oficiales debían considerar las opciones obvias. ¿Se habían fugado? ¿Había secuestrado Ray a Gertrude? Tras una rápida investigación se descartaron esas teorías. Los jóvenes no se conocían tan bien. Ambos eran personas responsables que eran muy apreciadas tanto en la escuela como en el trabajo. Ray y Gertrude no eran de la clase de gente que se va de la casa sin avisar a sus padres.
Los oficiales locales organizaron una búsqueda masiva en el club campestre Eau Claire. A las 4:15 pm, James Smith, uno de los hermanos mayores de Ray, estaba buscando en un área cubierta de maleza justo al norte del green del hoyo 14 cuando se tropezó con el cuerpo de una muchacha. Por mera coincidencia, precisamente en ese momento, otras dos personas que participaban en la búsqueda, el doctor Miller y Charles Richards, encontraron el cadáver de Ray Smith en las cercanías, medio sumergido en el río Eau Claire.

La policía acordonó el área de la escena del crimen. El cuerpo de Gertrude estaba parcialmente vestido. Yacía de espaldas. Manchas de sangre cubrían su cabeza. La hierba y la maleza alrededor del cuerpo de Gertrude estaban dobladas y pisoteadas, lo cual indicaba que había habido una lucha. Desde allí partía una trocha de matorrales aplastados que conducía hasta la ribera del río, a unos 53 metros, donde se había encontrado el cadáver de Ray.
Los detectives estaban seguros de que los jóvenes habían sido asesinados cuando estaban juntos. Por algún motivo, el cuerpo de Ray había sido arrastrado hasta el río. Algunas de las prendas de vestir de Gertrude también se encontraron en el río.El médico forense E. Wallace Stokes dijo que a Gertrude le habían disparado tres veces y a Ray cuatro. Normalmente, las detonaciones habrían atraído mucha atención, pero se encontraban en temporada de caza y el sonido de tiros era común en el área boscosa alrededor del campo de golf.
Esa noche, a los 30.000 habitantes de Eau Claire les costó conciliar el sueño. Un doble asesinato no era algo común en su comunidad. ¿Quién había asesinado a los jóvenes que, por pura casualidad, paseaban por el campo de golf de la localidad? Las muertes, quizás, no habían sido premeditadas.
Al día siguiente de los asesinatos, Jack Hanson, de 16 años, fue a la policía y dijo a los detectives: "Creo que escuché los disparos que mataron a esas dos personas". Hanson explicó que estaba cazando en el área cuando vio a Gertrude con un joven. La conocía bien y la reconoció, aunque no conocía a su acompañante.
La pareja había estado caminando a lo largo de la ribera del río Eau Claire. Desaparecieron de la mirada de Hanson detrás de algunos árboles. Fue entonces cuando escuchó los disparos y creyó oír un grito. Dirigió la mirada hacia el lugar, pero no vio nada. Luego escuchó más detonaciones. Cuando le preguntaron por qué no había notificado antes los disparos, Hanson dijo que había muchos cazadores en la zona y se le ocurrió que Gertrude, quizás, estaba riéndose, no gritando. Cuando se enteró de los asesinatos, pensó que los disparos que había escuchado fueron los que cegaron la vida de la joven pareja.
Hanson había escuchado los tiros a las 4:15 pm y había visto a un individuo en los alrededores más o menos a la misma hora. No le había prestado mucha atención al hombre, pero le pareció que vestía una chaqueta de cuero.
En los días después de los asesinatos, todos los conocidos de las dos víctimas fueron descartados como sospechosos. Todos, excepto uno.
Un año antes, uno de los compañeros de clase de Gertrude se había enamorado perdidamente de ella. Le imploraba que tuviera una relación formal con él. Finalmente, el joven se convirtió en una molestia y le dijeron en términos bien claros que dejara de importunarla. Frustrado, el joven se dirigió a su casa, cargó su rifle calibre 22 e intentó matarse. Apuntó mal y sufrió una herida menor. Después del incidente, la familia del joven se había mudado a Chicago. Fueron ubicados y demostraron, sin lugar a dudas, que su hijo estaba en Chicago en el momento de los asesinatos.
A medida que pasaban los días, las sospechas recayeron sobre otros hombres. Se le prestó atención especial a los convictos recientemente liberados. También a los cazadores que se sabía habían estado cerca del área del club de golf cuando ocurrieron los asesinatos.
Un sujeto de la localidad, Arthur Thompson, le dijo a la policía que se había cruzado con un cazador en el campo de golf ese día. Se trataba de Marshall Johnson, de 32 años, un hombre que había purgado una condena en la cárcel.
Nadie se fijó en los disparos porque era temporada de caza
Los detectives tenían a Johnson en su lista de ex convictos que vivían en la zona. Se realizaron pesquisas. Se descubrió que no se había presentado en el trabajo al día siguiente de los asesinatos. Había partido hacia Minneapolis. El sospechoso fue localizado en Seattle y lo hicieron regresar en avión a Eau Claire.
Johnson negó tener algún conocimiento de los asesinatos. Dijo que había salido de la ciudad porque, por ser un ex convicto, la policía lo estaba acosando. Admitió que había estado cazando con su rifle calibre 22 el día de los asesinatos; sin embargo, mucha gente había estado cazando ese día. Cuando le preguntaron por su arma, Johnson dijo que se la había vendido a un hombre en el campo de golf, por 20 dólares.
Los oficiales estaban convencidos de que tenían a su hombre. Usaron todo medio a su disposición, incluidos detectores de minas, en un intento por encontrar el arma homicida. No tuvieron suerte, pero siguieron interrogando a Johnson, haciéndole saber que no creían que él hubiera vendido su rifle. Finalmente, Johnson cantó: "No sé por qué lo hice".
El hombre declaró que estaba cazando en el campo de golf cuando comenzó a espiar a la joven pareja. El crimen había tenido un móvil sexual. Deseaba a Gertrude. Cuando ella se opuso y gritó, le disparó. Cuando Ray intentó intervenir, también le disparó.
Había previsto arrastrar ambos cuerpos al río, pero después de llevar el cadáver de Ray hasta el agua, vio a dos hombres que caminaban cerca de allí. Entró en pánico y se marchó corriendo. Agregó que no había vendido su rifle. "Lo arrojé al estanque Dell's Pond cuando iba a mi casa", señaló.
Varios buzos lograron recuperar el rifle de Johnson. Las pruebas de balística demostraron que con tal arma se habían cometido los asesinatos. El 31 de marzo de 1949, Johnson se declaró culpable de homicidio intencional. Fue sentenciado a dos cadenas perpetuas en la Prisión Estatal de Wisconsin. Allí pasó 23 años hasta que le dieron libertad condicional en 1972.
Traducción: José Peralta.
Ilustraciones: David Márquez. davidmarquez@cantv.net
Tomado de la Revista Estampas del Universal

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