martes, 18 de agosto de 2015

Crimenes Max Haines

|  CRÍMENES

Jimmy no estaba loco

Sin embargo, este joven estaba tan perturbado que asesinó brutalmente a su propia abuela

por MAX HAINES  |  


Jimmy Riva era un niño brillante, pero incluso en el preescolar ya daba reveladoras señales de estar perturbado. Les causaba dolor a animales y tenía un interés anormal por la sangre.

Más tarde, en la escuela, tenía destellos de genialidad intercalados con períodos de depresión. Sus calificaciones se veían adversamente afectadas.

En los primeros años de su adolescencia se dejó crecer el cabello hasta debajo de los hombros y usaba una ristra de ajo alrededor del cuello. 

La familia Riva vivía en Marshfield, Massachusetts. Mucha gente en la ciudad sabía que Jimmy era un jovencito con graves problemas. A veces, durante la noche, merodeaba por las calles de la localidad.

Al igual que la mayoría de los padres de jóvenes perturbados, los progenitores de Jimmy pensaban que podrían superar su comportamiento aberrante. Varios psiquiatras compartían su optimismo.

Cuando cumplió 18 años, Jimmy se había escapado de casa en varias oportunidades. En una ocasión, sus padres lo encontraron en Florida.
Su apariencia le importaba poco, y rara vez se bañaba.

Jimmy recibió orientación psiquiátrica y pasó períodos breves en instituciones mentales. Pese a su historial de comportamiento irracional y roces con la ley, nunca había emprendido agresión física alguna contra los miembros de su familia.

El 10 de abril de 1980, la abuela de Jimmy, Carmen Riva López, de 74 años, fue encontrada muerta en su casa, completamente consumida por las llamas. Aunque la señora usaba una silla de ruedas, era capaz de vivir sola y atender todas sus necesidades diarias. Su nieto Jimmy la visitaba cada tanto para ayudarla con las tareas más pesadas en la casa.

Abuela y nieto no se llevaban bien. La señora López no soportaba el cabello largo y la apariencia descuidada de Jimmy. Todo el tiempo lo regañaba para que se cortara el cabello y se bañara. Al joven no le agradaban estas recriminaciones verbales. 

La autopsia reveló que la señora López, cuyo cadáver estaba horriblemente quemado, había muerto debido a dos heridas con arma punzopenetrante en el corazón. En sus pulmones había poca evidencia de que hubiera inhalado humos tóxicos, lo cual indicaba que estaba muerta cuando comenzó el incendio. Además, se encontraron dos balas en su cadáver. Ambos proyectiles habían sido pintados de dorado.

En una inspección de los restos del incendio se encontró una pequeña lata que había escapado de la destrucción causada por el intenso fuego. La lata, que pertenecía a Jimmy, contenía varias balas con pintura dorada. Jimmy era ahora el principal sospechoso del asesinato de su abuela.

Cuando Jimmy fue registrado en la jefatura, los detectives encontraron una navaja con manchas de sangre en su bolsillo posterior. Algunos cabellos estaban adheridos a la hoja. Fue detenido y acusado del asesinato de su abuela. Las evidencias contra Jimmy sufrieron un duro golpe cuando los análisis de laboratorio a los que fue sometida la navaja demostraron que la sangre en la hoja no era del mismo tipo que la sangre de la señora López y que el cabello no era humano. La policía se preguntó si no habría caído en la trampa de concentrarse en un sospechoso, descuidando al resto.

La investigación del asesinato se encontraba estancada, aunque dio un drástico giro cuando la madre de Jimmy entró en la estación de policía de Marshfield y le dijo a los detectives que acababa de visitar a su atribulado hijo. Él le confesó el asesinato de su abuela y lo describió detalladamente. Jimmy le dijo a su madre que él era un vampiro. Le había disparado a su abuela con balas pintadas de dorado porque así se lo habían ordenado las voces que él escuchaba y que tenían control total sobre sus acciones. La había apuñalado con un cuchillo de cocina y luego intentó beber su sangre. 

El joven explicó que las voces habían insistido y que él había sido obligado a cumplir. Después de que estuvo seguro de que su víctima estaba muerta, roció el cadáver con gasolina y le prendió fuego. Jimmy explicó que pensó en suicidarse. 

Por más extraño que parezca, los psiquiatras le informaron al tribunal que Jimmy era competente para ser enjuiciado. El 22 de octubre de 1981 comenzó su juicio por incendio premeditado y el asesinato de su abuela. Como era de esperar, los abogados de la defensa alegaron que su cliente estaba demente, mientras que la fiscalía rebatió que Jimmy había planeado, ejecutado y encubierto el asesinato, con plena conciencia de que lo que hacía estaba mal.

La defensa presentó un psiquiatra renombrado que declaró: "Estaba demente cuando el asesinato de su abuela y está demente ahora. Obviamente no fue responsable del asesinato debido a la locura".

La fiscalía se anotó varios puntos cuando su experto testificó que Jimmy había sido sometido a una prueba psiquiátrica y había alcanzado una calificación que indicaba que él era una "persona normal".

Una grabación de Jimmy cuando era interrogado por la policía un día después del asesinato fue reproducida ante el jurado. Los fiscales señalaron que las respuestas dadas por el acusado denotaban una mente normal y bien organizada. 

Jimmy Riva fue encontrado culpable. Fue sentenciado a cadena perpetua. Después de pasar un mes en prisión, fue trasladado al hospital psiquiátrico del estado, donde se encuentra actualmente.

Tomado de la Revista Estampas del Universal - Venezuela

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