martes, 18 de agosto de 2015

MENTE Y ESPÍRITU

MENTE Y ESPÍRITU

Abrirnos para conocer a otros

por MAYTTE  |  

Cuántas veces nos dejamos llevar por nuestros prejuicios para juzgar o formarnos una imagen equivocada de una persona a la que aún no conocemos y, lamentablemente, con el tiempo, terminamos descubriendo que nuestra primera impresión fue equivocada y que, inclusive, pudimos privarnos de la posibilidad de construir una relación con ella, perdiendo la oportunidad de construir y mantener una amistad, solo basados en un prejuicio.

Cuántas veces hemos juzgado a una persona solo por lo que imaginamos y supusimos que era o hacía. Es cierto que las experiencias fallidas que hayamos tenido en el pasado influyen mucho en este proceso, pero recordemos que siempre podemos aprender de ellas para ganar más confianza, madurez y capacidad de decisión para protegernos y establecer los límites necesarios que, en un momento dado, nos permitan decir: "Esto no es para mí".

Esto no solo nos sucede en relación con otras personas, sino que también cuando nos dejamos llevar por los prejuicios y las suposiciones, al imaginar lo que podría ocurrir en ciertos momentos de nuestra vida de forma negativa y pesimista. Hay personas que tienen la desconfianza grabada en sus mentes, y esta no les permite abrirse y darse la oportunidad de conocer o experimentar nuevas situaciones en sus vidas. ¡Vale la pena intentarlo! Vayamos más allá de la primera impresión, no podemos basarnos solo en su manera de vestir, en su forma de hablar, mucho menos en la interpretación que hacemos de su comportamiento, porque no sabemos que está pensando o sintiendo mientras ocurre el encuentro. Vamos a darles un voto de confianza a esas personas que llegan a nuestra vida por primera vez, para darnos la oportunidad de conocernos realmente y decidir si queremos seguir adelante con una amistad o no.

¿Te sientes solo y sin amigos con quienes compartir un buen momento? Tal vez eres uno de los que tienen una lista de chequeo, a través de la cual juzgan y eliminan a las personas cuando se acercan, sin darles ninguna oportunidad, por temor a lo que les puedan hacer o con la inquietud de que les puedan rechazar. No necesitamos hablar para expresar nuestra incomodidad o desacuerdo hacia alguien, nuestra expresión corporal y el tono emocional que acompaña nuestros comentarios son suficiente para hacerles saber a los demás si los aceptamos o no.

Si nos ponemos el lente de la confianza y nos atrevemos a buscar y a aceptar el contacto con otras personas para conocernos y compartir, es posible que descubramos seres maravillosos que siempre habían estado ahí y, a pesar de que nunca antes les dimos la oportunidad de entrar a nuestra vida, nos dieron una segunda oportunidad.

Tomado de la Revista Estampas del Universal - Venezuela

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